Una “minga” solidaria de los vecinos para reforestar áreas quemadas en el paraje El Desemboque

Tiempo de siembra. Se colocaron 300 retoños de cipreses y coihues.

“Vivimos una jornada espectacular: paseamos, reímos, plantamos coihues y cipresitos como un mimo al lugar. Es mucho más lo que falta, pero el día se llenó de magia y lo mejor de todo fue haber compartido con los vecinos. Gracias a cada uno de los que participó, gracias a la Secretaría de Bosques del Chubut por las plantas aportadas y a quienes ayudaron a difundir para que sea un éxito esta reforestación en nombre de los pobladores del Rincón Currumahuida y El Desemboque”, precisó la coordinadora de la actividad, Maida Valenzuela.

Las actividades arrancaron desde temprano, luego de que los participantes de concentraron en el campo de la familia Valenzuela, donde se plantaron 300 cipreses y coihues. De igual modo, se aprovechó el día para caminar por la montaña y reconocer las especies nativas del lugar y compartir un almuerzo.

Pertenencia. Los asistentes a la minga aprovecharon además para reconocer la flora y fauna del lugar.

 “Este invierno, después de muchos años, volvieron al bosque las palomas araucanas. Seguramente atraídas por el fruto del arrayán que aparece a esta altura del año, pero también refleja la recuperación de la naturaleza después del incendio de 2015 que destruyó todo a su paso”, señaló Maida Valenzuela, al frente de la iniciativa.

Sus ancestros, llegados desde Chile hace más de un siglo, fueron los pioneros del sector y se abrieron paso con el hacha y los bueyes para despejar las tierras donde poder sembrar el trigo, los frutales, hacer la huerta y criar sus animales. A lo largo de su historia, constantemente fueron castigados por grandes incendios forestales que quedaron en la memoria. Por generaciones, les fue tocando siempre la tarea de reforestar los campos afectados.

Según indicó la promotora de la “minga” (tradición campesina que consiste en la colaboración de vecinos y amigos en una tarea conjunta), “comenzamos subiendo las plantas por las laderas elegidas para colocarlas. Tenemos una media hora de caminata y son 300 plantas de coihue y ciprés aportadas por el programa de restauración de la Secretaría de Bosque, a cargo de Mario Guzmán”.

Manos a la obra. La premisa es volver a tener la vegetación propia del bosque andino patagónico.

Recordó enseguida que “tuvimos un gran incendio en el año 1987 y cuando el bosque ya estaba bastante lindo, se volvió a quemar todo en 2015. Ya en octubre de ese mismo año empezamos a reforestar y el 28 de septiembre de 2017 fue muy emocionante, porque hicimos otra plantación con estudiantes de la Escuela Agrotécnica 717 de Cerro Radal. Estaba neviscando y hacía mucho frío, fue entonces que apareció una bandada de cóndores volando muy bajo, parecía que estaban saludando y agradeciendo a los chicos por su gesto hacia la naturaleza”.

A su criterio, “la ñuque mapu (madre tierra) hace su parte, pero el hombre tiene que hacer la suya. El bosque patagónico no está conformado solamente  por los árboles y los animales autóctonos, sino que hay millones de hongos, líquenes, helechos y microorganismos vivos. Estas actividades sirven además para crear conciencia, las cosas siempre se valoran más cuando se las conoce realmente”.

Conciencia verde. Maida Valenzuela es promotora permanente de la reforestación en la cordillera.

De igual modo, Maida Valenzuela reflexionó sobre “la importancia de preservar las áreas reforestadas de los animales domésticos introducidos por los propios pobladores, ya que una caballo o una vaca terminan generando un daño importante. Sin embargo, es difícil y costoso poder alambrar cada predio implantado”.

En este caso, precisó que “queremos protegerlo especialmente, porque está cerca de un mallín, un pulmoncito de agua del que bajan arroyos que están cerca de nuestras casas y de otros vecinos. Además, son sectores donde quedan pocas plantas de coihue y ciprés de gran porte y edad que largan sus semillas”.

Solo hay que poner las manos y la pala en la tierra, asegura Maida Valenzuela.

Por otra parte, la referente campesina invitó a “la gente patagónica de todos aquellos lugares donde pasó un incendio para que tomen esta misma idea. Que se contacten con la Secretaría de Bosques de la provincia, solo hay que poner las manos y la pala en la tierra y pronto veremos a nuestras cordilleras nuevamente vestidas del verde natural que nunca debió perderse”.